El fotógrafo fotografiado

¿Cómo es posible que todo fotógrafo que se tome a sí mismo como modelo se vea obligado a justificar constantemente esta narcisista cuestión del narcisismo, cuando a nadie se le ocurriría preguntarle a Charlie Chaplin, Jacques Tati o Woody Allen si sufren de excesivo culto del yo? Y es que la fotografía está hecha de modo tal que, por su referencia ontológica a la realidad, arrastra por delante, como una tara original su fidelidad incurable a lo real.
Poniendo al mal tiempo buena cara, y con un dominio total de su arte, el fotógrafo burlón responderá al ataque con una salva de imágenes. Y se entregará a fondo, usando, no solo la precisión enfermiza del medio, sino su duplicidad, este otro vicio que las hadas arrojaron pérfidamente sobre la cuna de la fotografía.
Sin hacerse de rogar, representa una y otra vez, para los espectadores ingenuos, la farsa del fotógrafo fotografiado.

Armelle Canitrot, «Ser dueño de uno mismo»