Recientemente, me he encontrado con una interesante reflexión de un tal Keith en el blog de Jim M. Goldstein que es, tristemente, bastante impopular en la era de la perfección digital y con la que estoy plenamente de acuerdo:
Al mirar viejas imágenes en blanco y negro, lo que llama la atención de ellas es la extraña mancha en el negativo, la reducida profundidad de campo, la mano o cabeza movidas provocadas por una lenta velocidad de obturación o la pequeña aberración de un objetivo barato. Son estas cosas las que dan carácter a una imagen. Lo que falta en la fotografía digital es el encanto que teníamos con la película. En lugar de buscar la perfección en nuestras fotografías, deberíamos aspirar a que éstas fueran únicas.