El 23 de julio de 2007, hacia las 11 de la mañana, un cable defectuoso desencadenó una importante caída de potencia en la ciudad de Barcelona. Muchos barrios se quedaron sin electricidad durante más de 78 horas. Se tuvieron que instalar más de 150 generadores móviles para ayudar a restablecer la electricidad en el despliegue más grande de la historia de Barcelona. Durante un mes, el paisaje de la ciudad se vio alterado drásticamente por la presencia de estos grandes, ruidosos y coloridos bloques.





















